MENSAJE DE LA SECRETARIA GENERAL DE LA CTRN EN EL MARCO DEL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
Paso a paso, año con año, el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, refleja a nivel nacional y mundial la lucha social por los derechos de las mujeres, y por la igualdad plena y efectiva entre hombres y mujeres. Es un clamor global que cada vez tiene más fuerza societal, más reclamo ético, democrático y más incidencia política.
El movimiento sindical ha sido, es y será un actor esencial para la defensa de esos derechos, y tiene un rol muy importante de responsabilidad sociolaboral para ubicar este trascendente objetivo como una prioridad de política pública en todos los países del mundo. Ese es el compromiso de nuestras organizaciones porque para lograr esa finalidad necesitamos un trabajo permanente, alianzas sólidas y, sobre todo, una conciencia muy clara de dónde estamos y hacia dónde tenemos que llegar.
Hemos avanzado, sin duda, pero aún hay grandes brechas de género, situaciones de discriminación y actos de violencia persistentes e intolerables que deben afrontarse de modo contundente para prevenir, evitar y acabar con la desigualdad, la inequidad y la violencia de género allí donde estas lacras ocurran, sea en la casa, en el trabajo o en cualquier ámbito.
Según un reciente informe de la OIT, la pandemia de la COVID 19 impactó en mayor medida a las mujeres, y ha colocado a América Latina en riesgo de enfrentar un retroceso sin precedentes, de la igualdad de género en el trabajo. De los 23,6 millones de puestos de trabajo que las mujeres perdieron en el peor momento de la crisis en 2020, aún faltaban por recuperar, a finales del 2021, unos 4,2 millones. En el caso de los hombres, en cambio, en ese periodo ya se habían recuperado prácticamente por completo los 26 millones de puestos perdidos.
La pandemia agudizó las desigualdades estructurales existentes. Las mujeres rurales, las jefas de hogar con niñas y niños pequeños, aquellas de menos formación y educación, mujeres indígenas y afrodescendientes, han sido más afectadas. Las brechas de género, tanto en la participación como en los ingresos, son persistentes en las mujeres con menores ingresos y menor nivel educativo.
Por eso coincidimos con la OIT cuando afirma que la igualdad de género debe ser un componente intrínseco de la totalidad de programas, estrategias, políticas, y leyes implementadas durante la pandemia y en la etapa de recuperación y resiliencia. Y de la misma forma, coincidimos con la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, quien ha indicado que la recuperación económica postpandemia “será feminista o no será”.
Por otra parte, el último informe del Banco Mundial denominado “La Mujer, la Empresa y el Derecho”, señala que las mujeres todavía accedemos a sólo tres cuartas partes de los derechos reconocidos a los hombres, lo que se traduce en una clara falta de paridad jurídica y fáctica.
Señala este informe que alrededor de 2,400 millones de mujeres en edad de trabajar no tienen igualdad de oportunidades económicas, y agrega que si bien se han logrados avances, a nivel mundial la brecha entre los ingresos esperados de hombres y mujeres a lo largo de su vida es de 172 billones de dólares: casi dos veces el producto interno bruto anual del mundo. También indica el informe que en 178 países existen barreras legales que impiden participar a la mujer plenamente en la economía; en 86 países las mujeres enfrentamos algún tipo de restricción laboral y en 95 países no se garantiza la igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor. Como podemos ver, aún hay mucho que transformar.
Por eso todo esto nos pone en la perspectiva ineludible de tener que redoblar esfuerzos para que cada día estén más cerca, y no más lejos, dos objetivos vitales de la Agenda 2030: el ODS 5 sobre la igualdad de Género y el ODS 8 sobre el Trabajo Decente y el Crecimiento Económico.
Y a nivel nacional es urgente y muy necesaria la ratificación del Convenio 190 de la OIT. Para el sindicalismo el camino del diálogo social es el idóneo para concertar voluntades y sumar compromisos con ese fin.
La inversión en la economía de cuidados es fundamental, tanto para crear empleo de calidad como para la inserción plena de las mujeres en el mundo laboral. El fortalecimiento de las capacidades de las mujeres para aumentar su empleabilidad y para ingresar al mundo de la economía digital, resultan claves en la recuperación con perspectiva de género.
Las confederaciones sindicales y su Mesa Sindical de Mujeres estamos comprometidas para mejorar las políticas de género tanto al interior de nuestras organizaciones, como en los centros de trabajo y en los programas y leyes del país. Que no haya una sola empresa o institución sin plan de igualdad. Que no haya un solo centro de trabajo que no sea vacunado contra la violencia de género y los riesgos sicosociales. Las mujeres no pueden lograr la igualdad en el mundo del trabajo si están en una posición desigual dentro del hogar.
Por todo ello, las centrales CTRN, CUT, CGT y CMTC y su Mesa Sindical de Mujeres, firmamos en diciembre del año pasado un acuerdo de cooperación con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y el Instituto Nacional de las Mujeres, que además contará con el apoyo técnico de la OIT.
Porque es nuestra misión institucional que ninguna mujer trabajadora se quede atrás. Todas vamos adelante con fuerza, valentía y convicción.
¡VIVA EL 8 DE MARZO. VIVAN LAS MUJERES LIBRES,
IGUALES EN DERECHOS Y PODEROSAS EN TODO EL MUNDO!
Fanny Sequeira Mata,
Secretaria General CTRN